La nueva película de George Clooney y dirigida por Jason Reitman, que también dirigió Juno, trata de un especialista en recortes de plantilla llamado Ryan Bingham (George Clooney); es un viajero aéreo que conoce todos los aeropuertos de Norteamérica, muchos hoteles y alquila coches en otras tantas ciudades. Ryan se siente atraído por Álex (Vera Farmiga), una compañera de viaje, y su jefe Craig Gregory, aconsejado por Natalie (Anna Kendrick), experta en eficiencia, le amenaza con cancelar su trabajo y dejarle en un puesto fijo en las oficicinas. Ryan tendrá que convencer a su jefe y engañar a la joven Natalie de que su trabajo por todo el país despidiendo a personal sobrante de empresas es necesario. Al mismo tiempo, está meditando sobre tener un hogar de verdad.
A diferencia de Juno que trataba un tema que estaba a la orden del día, un tema fresco y de manera muy original, con este nuevo largometraje se puede ver una evolución hacia un Reitman más maduro, que trata un tema que quizás nos es más desconocido y tampoco es muy común en la historia cinematográfica: el despido del personal en el trabajo.
Está basada en la novela homónima del escritor norteamericano Walter Kirn y refleja la vida de un hombre que parece enganchado al ritmo de vida moderno, lleno de aparatos tecnológicos, confort, ambiciones y placer. Pero él siente que le falta algo, que en realidad no tiene nada ni nadie a quién aferrarse. Es la historia de un tipo que tiene que enfrentarse al hecho de que, incluso aunque crea que su vida está plena, ha estado ignorando algo muy importante, que es la responsabilidad de formas algo más grande como sería una familia.
Creo que eso es algo que se lleva ahora mucho en nuestra sociedad: nos pasamos todo el día con el móvil en mano, conectándonos constantemente a las redes sociales (Facebook, Tuenti, Twitter...) y parece como si estuviéramos más conectados que nunca, mientras que, en realidad, la gente ya no se mira mucho a los ojos y tenemos menos relaciones de verdad.
La vida de Ryan es una metáfora de esto: uno puede ir a cualquier aeropuerto del mundo y saber al instante dónde se encuentra todo (tienen los mismos restaurantes, las mismas tiendas, los mismos periódicos...), nos sentimos cómodos en todas partes y sin embargo ningún lugar es nuestro hogar.
En cuanto a la interpretación no tengo nada que destacar, es una interpretación correcta y bien hecha pero que tampoco se sale fuera de lo común a pesar de que Clooney esté nominado a mejor actor en los Oscar precisamente por esta película. Me ha llamado más la atención la interpretación de Anna Kendrick ya que la primera vez que la vi en la gran pantalla fue hace poco más de un año interpretando un papel secundario en la superproducción de Crepúsculo de Catherine Hardwicke (basada en la novela de Stephanie Meyer) y no es que la actriz llamara mucho la atención haciendo de amiga de la protagonista que se enamora del guapo vampiro, pero en esta ocasión se hace destacar y no queda mal al lado del famoso George Clooney.
En el resto, poco más que decir. Es una película entretenida pero Juno me gustó infinítamente más.
-Fín de la sesión-
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