El nuevo largometraje de Fernando Trueba se desarrolla en un Chile en el que con la llegada de la democracia, el presidente decreta una amnistía general para todos los presos sin delitos de sangre. Entre ellos se encuentran el joven Ángel Santiago (Abel Ayala) y el veterano Vergara Grey (Ricardo Darín), un famoso ladrón de cajas fuertes.
Sus planes no pueden ser más opuestos: mientras Vergara Grey sólo quiere recuperar a su familia y cambiar de vida una vez salido de la cárcel, Ángel sueña con vengarse del alcaide de la prisión y dar un gran golpe con la ayuda de Vergara Grey. Pero en su camino se cruza la joven Victoria (Miranda Bodenhöfer). Las vidas de los tres sufren un cambio total que les llevará a enfrentarse con un nuevo destino.
No sé como empezar la crítica de esa gran película que me ilusionó desde el minuto uno. Ricardo Darín siempre ha sido uno de mis actores predilectos desde que descubrí el cine argentino hace años y me pareció la persona idónea para interpretar el papel del ladrón madurito, mientras que a Abel Ayala era la primera vez que lo veía actuar y, desde el principio de su aparición ,me enamoró. Tenía esa frescura, esa ilusión en la mirada de un chico joven enamorado de la vida, y hacía su papel a la perfección. Pero el personaje de Ángel no podía tener sentido sin Victoria, la gran protagonista de la película. Esa chica, Miranda Bodenhöfer, sí que me encandiló nada mas hacer su primera aparición. Era tan joven, tan inocente, con esa mirada de niña capaz de enamorar a cualquiera y esos labios tan carnosos de los que no podías dejar de apartar la vista. Además, el hecho de que en la película, haga de un personaje sordomudo, le da un toque mucho más misterioso y mágico que enseguida atrapa al espectador y le hace no apartar los ojos de esta chica.
La trama es una historia maravillosa y original, sacada de la novela de Antonio Skármeta, que obtuvo con ella el Premio Planeta en 2003 y que ha sido adaptado por Fernando y su hijo Jonás Trueba. Está increíblemente intrerpretada por este tríptico de actores en el que si alguno de ellos fallara, la historía se derrumbaría por completo porque cada uno de los tres es indispensable en todas y cada una de secuencias principales del largometraje.
La música utilizada en los bailes de Victoria me puso los pelos de punta en varias ocasiones y eso para mí es señal de que la película merece la pena con creces, y ver al personaje de Victoria bailar al son de esas melodías era simplemente espectacular y onírico.
No voy a desvelar nada de la trama porque considero que es una película que hay que ver conociendo lo menos posible de ella para que el espectador se emocione con cada secuencia, cada canción, cada diálogo... Porque otra cosa que tampoco se puede desperdiciar son los grandes diálogos entre los protagonistas, especialmente entre Ángel y Victoria, que más que diálogos son monólogos interpretados por el actor debido a la minusvalía de ella al hablar.
Quiero terminar contando una anécdota de la selección de Miranda Bodenhöfer para el papel de Victoria en palabras de Fernando Trueba:
Antes de empezar el casting, cuando vine a ver localizaciones en Chile, pasé por la escuela de Ballet Nacional en el Teatro Municipal. Entre el grupo de bailarinas que estaban ensayando vi al fondo a una cría de unos 16 años. La miré a lo lejos y pensé "esa es Victoria", pero como eso me parece en general una estupidez, me olvidé de ella e hicimos el casting por toda una serie de distintos países. Al final volví aquí e intenté localizar a aquella chica que había visto. Le hice una prueba y vi que, efectivamente, aquella chica que yo había visto, era Victoria, era "mi Victoria"...
-Fin de la sesión-
¡Hasta la próxima! ¡Con palomitas! ;)
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